Deconstrucción de la perfección y la urgencia de la empatía.

Queridos lectores de este blog, nuevamente estoy frente a la pantalla, sintiendo una gran pasión por escribir. Aquí me encuentro, meditando esta vez sobre la interpretación de lo que significa ser perfectos y las quejas en torno al tema.

Ustedes dirán que eso ya quedó atrás, porque las personas ya no se preocupan de ello, sin embargo, yo veo en mi consultorio gente ocultando su sufrimiento, mintiendo sobre su vida, y lo hacen para no ser juzgados, ¡les preocupa la crítica y mucho!

Quisiera no generalizar, pero creo que la gran mayoría, persiguen el ser impecables, sufren cuándo se ven expuestos y piensan que sería mejor hacer una versión de sí mismos, en la que todos los rasgos humanos pudieran ser remplazados por inteligencia artificial y todo mundo los quisiera.

Con esto en mente, me acuerdo de una canción que inspira a “romper la tradición y salir de ese mandato de ser perfectos", para darse permiso de cometer errores y cruzar líneas; el coro anima a que "sintamos la lluvia en nuestra piel y nos atrevamos soltarnos, hablemos lo que solo nosotros podemos y nos atrevamos a alcanzar algo”.

¿Es que acaso quien escribió el tema pensaba que ser perfectos tenía que ver con ser incapaz de sentir o hablar?, ¿Tanto que incluso les impedía disfrutar las cosas simples?… no lo se.

Lo que creo, es que interpretamos duramente lo que se quería trasmitir con la idea de la perfección y por eso sufrimos. O quizás la misma definición debería ser transformada en cada uno. Discutamos esto y al final, propongo que ustedes planteen sus propias conclusiones.

Por mi parte, yo se lo difícil que es querer ser perfecta, asumiendo una interpretación de la palabra desde el deber ser, y al igual que muchos, creí que perfección significaba una absoluta falta de errores; así viví con una gran presión, de modo que asumí el reto, porque pensé que eso era lo correcto para agradar: ser buena persona y tener éxito. A la larga me cansé, me conseguí ansiedad y, siendo honesta, lo que construí en ese afán se destruyó.

Hoy les escribo desde un lugar diferente, donde edifico con otra visión... pero no les puedo adelantar la conclusión del tema. Quédense conmigo y veamos que tuve que aprender:

Mi primera lección fue, que los que quieren ser perfectos son rígidos; duros consigo mismos y con otros.

Yo pensaba ¿Cómo podemos ser mejores, sin hacernos daño? Bueno, escuché propuestas y en ellas está el descanso. El doctor Eduardo Calixto menciona la importancia de saber “tener equilibrio entre trabajo y descanso”. Algunos se preguntarán ¿qué tiene que ver eso, con perfección o empatía? Y yo les digo: ¡muchísimo! porque a los que se creen perfectos no les gusta que se sepa que están cansados, tratan de estar siempre haciendo algo y vivir así afecta más de lo que creen.

Además, hace falta tener empatía, primero con nosotros mismos y nuestras necesidades fisiológicas. Lo más difícil al implementar esto, será entender que habrá cambios, duelos o enfermedad y no pasa nada si se permiten hacer una pausa; aquí empieza otro reto, al lanzarte a la vida con esta visión enfrentarás la crítica.

Debes saber que a tus amigos no les gustará ver que expresas tu sufrimiento y querrán huir si lloras, quizás la familia se preocupe cuando te permitas vivir y sentir las pérdidas y quienes son parte cercana de tu vida harán hasta lo imposible para sacarte rápido de tus momentos frágiles. Recomiendo ser pacientes con ellos.  A través de la vida, ustedes cambien, dediquen tiempos para caer, examinar las penas y, cuando sea complicado, buscar apoyo.

Les comento esto, porque "a la gente no le gusta ver el llanto”, Calixto también habla de ello y es por una situación cultural; y lo menciono porque queriendo ser perfecta, yo reprimí las lágrimas; y ocultaba las cosas que me hacían sufrir; siempre mostraba una gran sonrisa; pero, espero ustedes no hagan lo mismo.

Ya hablamos de emociones incómodas, ahora es momento de mencionar la perfección estética y laboral. Aquí entran los que se afanan tanto, que hasta consultan doctores con dietas exóticas, toman y promueven un estilo de vida basado en cambiarse a sí mismos, hasta su sistema digestivo y forma de vestir.

Hoy tenemos gimnasios, canales de YouTube, libros de superación personal, lugares naturistas, yerberos, homeópatas y un largo etcétera, donde poder pulir todas las áreas de la vida. En contraste, hay otros que trabajan hasta dobles turnos, para lograr una carrera laboral o economía exitosas, y que decir de lucirse al acudir a una gala, pasaron los premios del Oscar y circularon las estrellas con sus atuendos más exóticos o casi desnudos.

Pese a que tanta preparación no siempre resulta como se espera, y ocurren accidentes, (véase el caso de la actriz Emma Stone), la perfección sigue siendo tendencia, tanto que casi todo el que conozco le dedica tiempo a ello. Las generaciones jóvenes no se quedan atrás, toman fotos con distintos ángulos y filtros durante el día, ya bien editado, lo comparten en diversas plataformas.

Por mi parte, encuentro maravilloso que hagan todo lo anterior cuándo están motivados por una sana búsqueda del bienestar, y en torno a eso tengan hábitos de salud, compartan momentos en internet o se ocupen en ser exitosos. Sin embargo, si lo que empuja sus esfuerzos es el qué dirán, es peligroso construirse y pensarse intachable delante de la sociedad, basta con una decisión o un chisme para que se caigan del pedestal y estarán en la boca de todos.

Pensando en lo que hace la gente para quedar bien, recuerdo una vez que tuve la oportunidad de estar cuándo una conocida salió de su segundo embarazo, por aquel entonces había escuchado que tubo complicaciones en el parto y creí que tardaría en verla. Me llevé una sorpresa cuando apareció a los 5 días del alumbramiento viéndose como Kim Kardashian: Ella y la bebé lucían impecables, vestidas con lo que estaba de moda, la mamá traía el cabello peinado con rizos bien definidos, uñas y pestañas postizas, andaba en tacones y maquillaje de noche como si fuera a ir a una fiesta. El cansancio era evidente en sus ojos, pero lo ocultaba detrás de una sonrisa de comercial.

Como ella, conozco muchas mujeres e incluso hombres: hace algunos años, fui a un funeral de una amiga muy querida, me sorprendí cuando observé a su hija brincando y jugando con otras, luego escuché que el viudo le había prohibido a la menor que llorara o estuviera triste; ni siquiera él se permitió las lágrimas y decía que era porque no tenían que llorar, había que celebrar.

Todavía me cuesta creer que, en ambos casos, las personas hayan vivido esos momentos difíciles obligándose a ser un ejemplo de virtud.

Considero, que hay mucho tiempo para lucir hermosa con la hija, pero, los primeros días del nacimiento deberían ser para recobrar fuerzas, descansar y alimentarse bien. Lo mismo para el señor que enviudó, me pareció agresivo reprimir el dolor y aún peor, quitarle ese derecho a la hija.

Hoy la gente se está atreviendo a quejarse del concepto, y no solo con canciones. En la película de Barbie, que salió en el 2023, hay un momento que llamó mi atención: La mujer que jugaba con Barbie, ya adulta, se rompe quejándose diciendo lo mal que está debido a que “se le exige ser impecable, verse joven, buena madre y exitosa, en pocas palabras ser la mujer perfecta”.

Queridos lectores, lo que deseo expresar es que somos humanos y transitaremos por momentos duros, deberíamos ser empáticos, dejar de presionarnos y de exigir a otros lo que nosotros no hemos podido ser. Volvamos a vernos y observar al otro como personas con defectos, e involucrémonos en una mejora colectiva. Será difícil.

La psicóloga Pilar Sordo mencionó: “existe una moda del no sentir, del no involucrarse demasiado”. Veamos si esta moda surgió de una tradición o del querer ser excelentes, si esto nos afectó o interpretamos rígidamente las enseñanzas de nuestros antepasados.

¿Que les parece mencionar la Biblia de referencia? ¡qué mejor libro que ese para estos temas!

Investigué y vi que la Biblia enseña que hay tiempo para todo: Eclesiastés 3:1-14 “Todas las cosas bajo el sol tienen un tiempo, {...} tiempo para llorar y un tiempo para reír; un tiempo para hacer duelo y un tiempo para bailar”.

Entonces según esto, sí podemos disfrutar, bailar y llorar. ¿pero, que dice de ser perfectos? ¿y de sentir empatía?

En El libro de Mateo 5:6 dice que “seamos misericordiosos, porque alcanzaremos misericordia”. Para mí, la instrucción tiene que ver con no juzgar.

Y sobre el tema que nos ocupa, aquí viene lo bueno, y espero no se espanten:

Mateo 5:44-48 “Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”.

Después de leer esto, algunos estarán indignados y cancelarán todo lo anterior, pero lo escribí porque este es un asunto de salud mental; si tomas el reto, la recompensa que no dice el texto, es para tu beneficio. Se que nadie quiere amar a un enemigo, ni orar por quienes los dañan, ninguno. Pero cada una de estas prácticas, si las pensamos, no son para agradar a quiénes nos observan, tampoco para humillarnos, creo que están para nuestro propio bien.

Al tomar la actitud de intentar perdonar, vivimos mejor, más felices y libres del daño, y cuándo pides por el otro, te aseguras de que de verdad no logró amargarte la vida.

Así, que la perfección en la Biblia, es una guía para ser felices, y si nos cuesta la idea, entonces piensen que pasa cuándo se odia a quiénes se lo han ganado: si todos se concentran en desear el mal a sus enemigos, ¿quién tendrá paz?

Independientemente de una creencia espiritual o la queja constante sobre lo que es perfección, urge ser personas empáticas y honestas consigo mismas y con los otros, tenemos errores y hacemos lo que podemos para no ser representados por nuestras fallas, más bien por cada conquista emocional, social y personal.

Por mi parte les comparto mi aprendizaje, para que ustedes reflexionen sobre aquello que impulsa su andar y puedan hacer ajustes y aligeren su carga. Yo rescato de las tradiciones, la idea de un camino que nos de amor y no juicio, un ejemplo de cuidado personal y hacia el otro. Me proyecto en cada área de mi vida buscando mejorar, y todavía me tengo que recordar que ser perfecta no tiene que ver con dejar de ser yo, es este estilo de vida en el que he de procurar mi bien, soltando y perdonando cada ofensa, porque así disfrutaré más. Hoy pretendo ir más ligera por la vida y ser perfectamente imperfecta.

 

Bibliografía

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